Habilidades cognitivas
para formadores

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Introducción

Estrategias para la enseñanza y el aprendizaje

Enfrentados a reformas continuas del sistema educativo, los y las profesionales de la educación y todos cuantos están interesados en este campo han escudriñado la realidad para llegar a reconocer la medida de los cambios que se van produciendo.

A nuestro juicio, el índice de esos cambios no es otro que la nueva posición que ocupan los centros educativos en el sistema. Uno de los supuestos básicos sobre los que parece que se configura el sistema educativo es este: la eficacia de los centros educativos es la mejor garantía que se puede ofrecer para que el sistema cumpla con su finalidad.

Enfrentadas a esta situación, los centros educativos y los y las profesionales que en ellos trabajan han de asumir nuevas funciones y competencias.

Nuestra intención no es otra que desarrollar algunas de esas habilidades: habilidades de tipo social e intelectual, habilidades que puedan ayudar a superar la ansiedad, que pueden favorecer el diálogo y la colaboración. Habilidades que, en nuestra opinión, tratan de equilibrar el desarrollo personal y el desarrollo profesional.

Los elementos sobre los que tratamos de apoyar el desarrollo de estas habilidades son nuestra modesta contribución a esa nueva cultura profesional de la que tanto oímos hablar. En algunos casos, los elementos que aquí presentamos no son originales, pero sí es original su uso.

«La capacidad para funcionar a un nivel conceptual es crucial para la creatividad y, en general, para el pensamiento (...) Necesitamos movernos constantemente desde el plano del detalle real al plano de concepto y vuelta al primero. Así es como vamos de una idea a otra. Esta es la base del pensamiento constructivo, pues de lo contrario estaríamos limitados a la experiencia y a lo que tenemos ante nosotros en un momento dado.» (De Bono, 1992:117).

Por paradójico que pueda resultar, el descubrimiento del «pensamiento docente» es una de las aportaciones más decisivas que se han realizado recientemente en la investigación educativa. Nuestra aportación, una vez reconocido este hecho, es tratar de mejorar ese pensamiento para dotarlo de la capacidad de crear una nueva cultura profesional desde la que asumir los nuevos retos que la sociedad nos ha planteado a los y las docentes.

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