Gestión
del aula

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Introducción

HACIENDO ESCUELA. El Proyecto Educativo de Centro

Entre educadores/as y no educadores/as se cuenta una historia que tiene un gran interés para nosotros/as. La historia dice así: si una persona volviera a la Tierra después de estar muchos años en el espacio, probablemente se quedaría sorprendido de lo que vería. Todo habría cambiado, nada o casi nada sería igual que cuando lo dejó... salvo la escuela. Es muy probable que si fuese a visitar su escuela y la clase en la que se formó, ese lugar le sería muy familiar.

Esta historia, como otras muchas que se cuentan sobre la escuela, tiene algo inquietante y, probablemente, se aproxime bastante a la realidad. La cuestión es que las condiciones para el aprendizaje se han mantenido casi inalterables, aunque todo a su alrededor se ha modificado sustancialmente.

"A pesar de los convincentes argumentos que se han dado dentro de las ciencias de la educación, las aulas no han sufrido grandes transformaciones durante los últimos cien años. Todavía seguimos dando por sentado que un niño de una determinada edad tiene tanto en común con todos los demás chicos de su curso, que debe seguir el mismo currículum y de la misma manera. Además, las escuelas parecen asumir que todos los alumnos deberían finalizar las tareas casi a la vez. Se supone que un año escolar debe tener la misma duración para todos los aprendices. Para la consecución de este fin, las escuelas normalmente adoptan un único libro de texto, realizan el mismo test al final de cada lección, y otro examen idéntico al final del periodo en el que está estipulado que hay que calificar". (Tomlinson. 2001; 50)

Cierto es que poco o nada habría que objetar a esa persistencia de las condiciones de aprendizaje si éstas hubiesen resultado acertadas, pero hoy en día tenemos pruebas de que esa condición no se ha dado. Las investigaciones realizadas en las últimas décadas han aportado información suficiente para que podamos afirmar, sin riesgo de equivocarnos, que el medio escolar es un agente activo en la construcción del éxito y el fracaso escolar. Esta evidencia puede tener consecuencias diversas, tanto para la escuela como para los/as educadores/as, pero una de esas consecuencias parece inevitable: hay que mejorar las destrezas profesionales de los/as educadores/as para que puedan desarrollar un medio escolar favorable para que todas las personas puedan aprender en él.

Desde nuestra perspectiva, que es una perspectiva ecológica centrada en el aprendizaje, la gestión eficaz del aula es una de las formas, aunque no la única, en la que los educadores y las educadoras pueden contribuir a lograr una escuela mejor. Gestionar eficazmente un aula es lograr que todas las personas que conviven y aprenden en ella puedan disfrutar de oportunidades suficientes para alcanzar un adecuado desarrollo personal.

El problema, como reconoce Tomlinson (2001), es que la mayor parte de las condiciones que configuran la "ecología del aprendizaje" se consideran condiciones dadas y, por tanto, no susceptibles de modificación. Frente a esa visión que hace de la escuela una realidad dada, proponemos considerar que la tarea de educar es, ante todo, la tarea de lograr que las aulas y las escuelas sean medios para el aprendizaje.

"Ningún método exclusivo conocido tiene éxito con todos los alumnos ni alcanza todos los objetivos. Nuestra tarea consiste en aportar un medio ambiental en el que poder enseñar a los alumnos con una variedad de modos que faciliten su desarrollo". (Joyce y Weil. 1985; 19)

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